La Unión Musical de Bigastro. Arte, historia y sentimiento.

En la Comunidad Valenciana no se entiende ningún pueblo sin una festividad acompañada de música; y en consecuencia, tampoco se entiende ningún pueblo sin su banda de música. Claro, que no todos los pueblos pueden presumir de una banda de música con una historia con casi dos siglos de historia.

Imprescindible a la hora de embellecer cualquier acto festivo, bien sea de carácter civil o religioso, la banda de música de Bigastro constituye un fenómeno cultural que impregna de orgullo el sentimiento de pertenencia de los vecinos de este maravilloso pueblo. Es insólito el vecino nacido en Bigastro que no es o fue músico, o que tiene un familiar músico. A veces son músicos por tradición familiar, otras por pura vocación, o en algunos casos por proximidad con la sociedad musical, o también por consejo de algún enamorado de la música, de los instrumentos y del lenguaje musical. Sin duda, en Bigastro el arte musical traspasa fronteras, generaciones y siglos de historia. ¿Siglos? También milenios.

Tal y como se puede constatar en el ‘Museo de Historia y Cultura de Bigastro’, hay constancia documental de que los antiguos romanos, residentes en Bigastro hace más de 2000 años, rendían culto a la escultura de una sibila en un antiguo templo que construyeron en las faldas de un pequeño cabezo. Las sibilas son un personaje de la mitología griega y romana. Se trata de una profetisa​ capaz de conocer el futuro a la que los romanos rendían culto para que les deparara un futuro alentador. La particularidad de la escultura de la sibila de Bigastro es que a sus pies tenía un clarín con el que la sibila anunciaba sus profecías. La escultura, hoy desaparecida, ha llegado hasta nuestros días en forma de dibujo en el que podemos apreciar el vetusto instrumento musical. Y es que en Bigastro, música e historia van de la mano.

El origen de la banda de música de Bigastro se remonta a mediados del siglo XIX, y tuvo un carácter festivo con el que amenizaban las solemnidades de la localidad, aunque en su origen se nutrió de la tradición musical valenciana que había surgido medio siglo antes con carácter militar. Eso explica, entre otras cosas, parte del repertorio actual: pasodobles, marchas e himnos; así como la antigua vestimenta de los músicos: uniformes con gorra de plato, galones, etc. Debemos tener en cuenta además la figura del abanderado o la forma de desfilar de los músicos por la calle. El presente de las bandas de música, nos ofrece por igual tradición y modernidad, certámenes y procesiones, porque todo es poco para hacer honor a un patrimonio declarado bien de interés cultural desde el año 2018, y que mantienen vivo numerosos músicos que dan forma a esta expresión artística y cultural. Durante casi dos siglos, la historia de la banda de música de Bigastro se ha erigido sobre los cimientos del talento de grandes músicos, de la necesidad de la expresión artística y cultural, pero sobre todo, del esfuerzo y la dedicación de los músicos que sintieron la banda como parte inherente de sus vidas. A todos ellos, gracias.

Pascual Segura
| Cronista Oficial de Bigastro
| Académico Correspondiente de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana

La Unión Musical de Bigastro en la España Ye-Yé

Al compás que marca la historia de la Unión Musical de Bigastro, desde su fundación a mediados del siglo XIX ha sido y es una institución cimentada sobre el arduo trabajo de generaciones de músicos cuyas acciones han estado supeditadas a los cambios sociales, culturales y económicos de nuestro país. De esta manera, nuestra banda de música ha prosperado en tiempos de bonanza, y se ha visto doblegada en los tiempos más sombríos como en la Guerra Civil Española, pero en este artículo recogeré algunos de los aspectos más relevantes acaecidos durante los años 60.

Los Beatles, Kennedy, Luther King, Vietnam, Mao, nace la minifalda y nos dejan dos mitos: el Che y Marilyn. Una vez que el ser humano llegó a la luna, no quedó más remedio que creernos capaz de todo, y es que sin duda podríamos compendiar la España Ye-Yé esbozando los cambios medulares de los años 60. Como los nuevos gustos, las modas y costumbres procedentes de Europa, importadas en nuestro país por la llegada masiva de turistas que tenían otras formas de ver y disfrutar la vida; y por lo que habían conocido los emigrantes bigastrenses, que tras sus vendimias regresaban a su pueblo con nuevos ahorros y vocablos, nostalgia renovada y amor por lo nuestro. Sin duda también por nuestra banda, siempre presente en la vida social y cultural de un Bigastro que durante esa década llevó a cabo importantes proyectos, como la inauguración del matadero municipal en el antiguo emplazamiento del molino harinero. Pero, ¿qué fue de la Unión Musical de Bigastro durante los convulsos años 60?

En cuanto a la política local, entonces articulada a la dirección de la sociedad, se distribuyó en cuatro legislaturas donde cuatro alcaldes llevaron las riendas del progreso de Bigastro y por ende, de su institución más afamada. Los alcaldes de Bigastro fueron Antonio Pérez Miravete (1960-1965), Francisco Gálvez Pérez (1965-1967), José Pérez Martínez (1967-1968) y José Navarro Guillén (1968-1976), siendo el primero de ellos el que jugó un papel capital en la regeneración de la Unión Musical de Bigastro, y es que entonces la banda no solo empleaba como local de ensayo el salón del ayuntamiento, sino que el ayuntamiento asumía buena parte de los gastos de la misma, siendo el propio alcalde el presidente de la Unión Musical.

De esta manera en los años 60 el consejo de directivos de la Unión Musical estaba formado por el presidente, y a su vez alcalde, Antonio Pérez Miravete, el vicepresidente, y a su vez cura, D. Roque, el secretario, Joaquín Moya Granero, el tesorero, José Moya Lucas, y los vocales Isabelo Tomás Torres y José Torres Juan ‘el tío Palpo’. Por otra parte, el director era el extraordinario maestro e hijo predilecto de Bigastro, D. Manuel Moya Pomares.

Fue una junta directiva que asumió los años del relevo en una España cambiante, en el momento en que se cruzaron los dos mundos, el viejo y el nuevo, el agonizante y el emergente, y que tuvo por apuesta decidida el regreso de D. Manuel como director de la banda y la escuela en 1959, pues esta fue la segunda etapa del maestro al frente de su estimada banda. Una etapa capital para la Unión Musical, pero también para su director, que en el año 1963 realizó las oposiciones al Cuerpo Nacional de Directores de Bandas de Música Civiles, superándolas y obteniendo plaza, pero que rechazó ya que las vacantes se encontraban muy lejos de su querido Bigastro. Además, en el año 1965 contrajo matrimonio con Purificación Pomares Navarro, de cuyo matrimonio nacieron sus tres hijos: Germán, Fernando y Pablo. D. Manuel estuvo al frente de su banda hasta 1974, cuando asumió la dirección de la banda Joaquín Grau Murcia.

Sin duda uno de los mayores esfuerzos de D. Manuel fue el que dedicó a su escuela de educandos. La banda no sería lo mismo sin su escuela de música, siendo un pilar básico de la estructura la formación de los educandos, así como la transmisión de la cultura musical para la localidad. Así el objetivo principal de la escuela fue tanto el fomento del conocimiento y apreciación de la música, como la enseñanza del lenguaje y la técnica musical. La escuela de educandos dirigida por D. Manuel servía para enseñar música a los niños que posteriormente querían formar parte de la banda del pueblo, por esta razón podemos decir que sin esta escuela de educandos, muchísimos niños y niñas no hubieran aprendido el arte musical.

En esta segunda etapa al frente de la escuela de música, algunos de sus alumnos -siendo su presencia más o menos efímera- fueron los siguientes: José Lorente Díaz, Jesús Belmonte López, José Manuel Torres Arce, Jesús Navarrete Martínez, Manuel Arques Navarrete, Joaquín Esquiva Navarrete, José Gil Arce, Gerónimo Sarmiento Arques, Manuel Murcia Fuentes, Marciano Cuenca Escobedo, Fernando Navarrete Martínez, José Esquiva Navarrete, José López Granero, José Manuel Granero Pérez, José Luis Ramírez Domínguez, Juan Giménez Clavero, Joaquín Martínez Antolín, Adolfo González Cuenca, Moisés Escobedo Mojica, Jesús Moya Escobedo, José Martínez Ballester, Joaquín Sáez Martínez, Jesús López Alonso, Isabelo Tomás Pastor, Manuel Vegara Esquiva, José Francisco Hidalgo Giménez, José Luis Larrosa Bernabé, Benigno Alcaina García, José Esquiva Torres, Manuel Esquiva Ballester, José Antonio Grau Vegara, Santiago Godoy Alcaina, José Esquiva Moya, Agustín Alcocer García, Antonio Grau Torregrosa, José Manuel Ferrer Celedonio, Miguel Ángel Pérez Ortuño, Rosalindo Navarrete Gutiérrez, Pedro Evaristo Moya Moñino, José Antonio Bernabé Aguilar, Rafael Bernabé Aguilar, Jesús Castaño Ballester, Juan Díaz Díaz, Alfonso López Pomares, Joaquín Murcia García, Guillermo Sánchez Arce, Alfredo Martínez Cuenca, Manuel Godoy Lorente, Saturnino Sáez Navarrete, José Gracia Barberá. Además de la presencia de un grupo de niñas: Alfonsina Bernabé Tomás, Marisé García Belmonte, Mari Carmen Giménez Sáez, María Luisa Rodríguez Murcia e Irene López Nicolás, cuyas primeras clases comenzaron en marzo de 1966. Alumnas a las que siguieron las niñas Magnolia Gálvez Gálvez, Teresita Sáez Moya y Almudena Ferrer Gálvez.

Las clases eran diarias y obligatorias, realizándose de lunes a sábado en el salón del ayuntamiento, aunque estas podían suspenderse por enfermedad del maestro o por todo tipo de situaciones. Así durante la celebración de las fiestas celebradas en Bigastro o en otros municipios, estas se aplazaban a otro día. Cabe recordar que durante la época, la banda realizaba numerosas actuaciones a lo largo del año. Por ejemplo las fiestas de Jacarilla, las fiestas de El Esparragal, las de Beniel, las de San Pedro del Pinatar, las de El Raal, La Aparecida, Zeneta, etc.

Al realizarse las clases en las dependencias del ayuntamiento, estas también se vieron afectadas por las particularidades del consistorio, así el 17 de septiembre de 1965 sabemos que no hubo clase porque el ayuntamiento se encontraba en obras de reparación del suelo, o el 17 de diciembre del mismo año, cuando se cancelaron las clases a los educandos al encontrarse D. Manuel el ayuntamiento cerrado. También afectaban las cuestiones políticas de la época, ya que el 26 de marzo de 1966 las clases se suspendieron debido a la visita a Bigastro del Gobernador Civil de Alicante, Luis Nozal López. También en la vecina Murcia, cuando el 1 de octubre del mismo año se suspendieron las clases debido a que la banda actuó en San Pedro del Pinatar en la recepción del Gobernador Civil de Murcia, Nicolás de las Peñas.

Además, curiosamente también los educandos tomaron parte en la decisión de dar clase o no, dando lugar a numerosas anécdotas. Como lo ocurrido el 10 de junio de 1966, cuando los educandos decidieron no dar clase porque querían ver a los afamados chicos -algunos paisanos- que participaron en el televisivo programa ‘Cesta y Puntos’. Incluso el mundial de fútbol celebrado en Inglaterra motivó que el salón del ayuntamiento quedara desierto de educandos, como en el partido que enfrentó a España y Yugoslavia el 10 de mayo, o el 13 de julio con un apasionante Argentina – España, que nuestra selección perdió pese al brillante gol de Pirri.

Aunque fueron ausencias anecdóticas, en los años 60 los educandos que ya participaban de la actividad de la banda y que comenzaban a realizar sus primeras salidas, tenían obligación de dar clase con el director mientras este lo creía necesario. Por otra parte los educandos pagaban 25 pesetas mensuales por recibir las clases por parte de D. Manuel. Un dinero que pasaba a formar parte de un fondo común para el pago de los gastos de la propia banda.

En cuanto a la falta de ensayos sin causa justificada -asunto controvertido ayer y hoy- la junta directiva acordó que los músicos que trabajaban fuera de Bigastro tenían derecho a faltar a diez ensayos, siempre y cuando su lugar de trabajo se encontrara a una distancia igual o superior a los diez kilómetros. En cambio si sobrepasaban el límite de faltas, eran sancionados con tres pesetas por falta sin justificar.

Por otra parte, para poder completar el sueldo del director la Unión Musical de Bigastro debía recaudar fondos mediante la venta de lotería nacional, celebración de rifas, etc. Incluyendo también las 5000 pesetas mensuales que el director percibía por parte del ayuntamiento. En ese aspecto, ayudaba que el presidente de la banda y el alcalde fueran uno.

La consolidación de la Unión Musical de Bigastro en la España Ye-Yé se debió a un fenómeno contemporáneo, típico de una sociedad liberal relacionada con una tradición rural. La expansión y fama de su buen hacer fue progresiva a todos los pueblos y comarcas, sobre todo a través de sus fiestas. Este crecimiento, relacionado con la popularidad que habían adquirido precisó la ampliación de su repertorio musical, y así, gracias a las transcripciones que se hacían de orquesta a banda, se dieron a conocer entre el público bigastrense obras del repertorio sinfónico más admirado del momento, como los episodios instrumentales de diversas zarzuelas, que de ninguna otra forma hubiera sido posible escucharse en los ambientes rurales. Sin duda, los arreglos realizados por D. Manuel también fueron muy importantes para acrecentar la calidad musical de la banda. Los años 60 llegaban a su fin, y pese a que en la época la banda contó con un importante patrocinio del ayuntamiento, poco a poco se fue desvinculando constituyéndose como sociedad musical autónoma. Hoy quedan muchas cosas de entonces. Queda alguna Montesa o algún Seat 600 convertido hoy en recuerdo del ayer, y algunas memorias de las ilusiones de entonces. También nos queda la música, perpetua y necesaria, atesorada en el corazón y en la memoria colectiva de la gente. Porque en Bigastro la vida sigue, pero al compás de su banda.

Pascual Segura

Cronista Oficial de Bigastro

Bigastro y sus portugueses olvidados

Siempre encontramos historias poco conocidas; sucesos que en un momento concreto de la historia supusieron grandes acontecimientos para el municipio, pero que el paso del tiempo facturó en un viaje de ida con destino al olvido. Esta es una de esas historias.

Ocurrió en los primeros compases de 1933. Mientras que España se estremecía sacudida por los continuos movimientos revolucionarios de carácter político, Bigastro se afanaba en construir nuevas infraestructuras para el bienestar de sus vecinos, tales como un lavadero decente, las escuelas nuevas, la instalación de los primeros terminales telefónicos o el traslado definitivo de los cadáveres del cementerio viejo al nuevo.

Un matrimonio portugués visitó Bigastro en los años 30

En ese contexto llegó a Bigastro un matrimonio de origen portugués, Serafín Nieto y esposa. Hacía meses que habían salido de su país, buscando un lugar donde iniciar su proyecto de vida, pero la inestabilidad social y política del momento no les permitió consumar el deseo de ambos. Marchando de un lugar a otro del país, caminando, mendigando y suplicando, llegaron a Bigastro buscando socorro. Desprovistos de fuerzas e ilusión llamaron a las puertas del consistorio, solicitando ayuda. El deseo era el de regresar nuevamente a Portugal, dándose ambos una nueva oportunidad.

Tras conocer la desdichada situación del matrimonio portugués, el consistorio les concedió 5 pesetas para que desde la estación de tren de Orihuela, pudieran retomar el rumbo acercándose a su destino. De esta manera los portugueses encontraron en Bigastro la solidaridad del pueblo que les permitió regresar a su patria, donde pedirle a la vida una nueva oportunidad para fundar su familia.

Pascual Segura

| Cronista Oficial de Bigastro

| Académico Correspondiente de la Academia de Cultura Valenciana

Crónica histórica sobre las fiestas patronales de San Joaquín

Pascual Segura. Cronista Oficial de Bigastro

El siglo XIX fue un tiempo convulso para Bigastro. La joven fundación del cabildo oriolano consolidó su presencia en la historia tras el aumento considerable de su población, la expansión de su callejero, la fundación de sus primeras asociaciones artísticas y culturales, y el desarrollo de sus primeras manifestaciones festivas, por supuesto, siempre en compañía de la pólvora.

Podemos decir que Bigastro suena a trueno prácticamente desde su fundación, hace más de trescientos años. Primero fue de forma esporádica en función del conflicto bélico o de las imágenes religiosas que salían del templo parroquial alzadas sobre sus andas. Festejos como los dedicados a los patronos del pueblo o guerras como las carlistas tuvieron en Bigastro la pólvora como protagonista.

La primera referencia histórica sobre el uso de la pólvora por parte de los bigastrenses con motivos festivos, la encontramos en Orihuela en la primavera de 1837. Meses atrás había tenido lugar el sitio de Bilbao, un conflicto bélico que enfrentó al ejército carlista (a favor de una alternativa a los borbones) con las tropas isabelinas (partidarios de Isabel II). Vencieron los últimos, y el cabildo eclesiástico oriolano celebró el resultado de la contienda homenajeando a las víctimas con una serie de misas celebradas en la catedral, iluminada y adornada con grandes cirios y trofeos militares. Entonces precisaron de pólvora y manos hábiles que la hicieran detonar.

Y allí, hace casi doscientos años, a las calles y plazas circundantes de la catedral de Orihuela, acudieron un grupo de bigastrenses con su carga y destreza a participar en el evento festivo, detonando tres descargas explosivas que resonaron en toda Orihuela. Pero, ¿y las carretillas? Tan queridas en Bigastro, su primera referencia histórica la encontramos a mediados del siglo pasado en pleno corazón de Bigastro: su plaza de la Constitución. Ocurrió el 14 de agosto de 1960. Fue domingo y Bigastro se encontraba en plena celebración de sus fiestas patronales dedicadas al Santo Patrón San Joaquín. Sus vecinos amanecieron con el sonido de la dulzaina y el paso de cabezudos. Tras ellos el ritmo de las marchas militares de la banda de cornetas y tambores del Frente de Juventudes acompañaba a la comitiva inaugural.

La mañana se completó con el tradicional pasacalles de la Unión Musical de Bigastro, la misa, una carrera ciclista y campeonatos de ajedrez, damas, ping-pong y balonmano que se prolongaron hasta la hora de comer. Ya por la tarde se celebró la carrera de cintas, así como diversos campeonatos deportivos que cerró la banda de música con un nuevo pasacalles. Era momento para la cena, pues a las 23 horas tenía lugar en la plaza el concierto diario de la banda, dirigida magistralmente por el Hijo Predilecto de Bigastro, D. Manuel Moya Pomares.

Tras la última obra interpretada, una novedad sorprendió a los presentes. Algo parecía deslizarse desde lo más alto de la torre-campanario hasta la plaza. Anunciada a los vecinos como “cuerda luminosa” era efectivamente una larga cuerda que colgaba desde las campanas hasta el centro de la plaza. Con el último aplauso de la noche para la banda, un vecino prendió la mecha de aquella cuerda, iluminándose al instante acompañado de un estruendo ensordecedor. La pólvora quemada avanzó vertiginosamente hacia la torre-campanario dejando a su paso una nube de humo blanco que aumentaba de tamaño al compás del estruendo y del aplauso. Los vecinos habían sido testigos de su primera cordà de carretillas. No obstante esta palabra valenciana tiene su origen en la palabra cuerda, ya que antiguamente la cordà era una larga cuerda compuesta por cohetes como la de Bigastro. Un origen festivo que no se entiende sin la música, interpretada desde el siglo XIX por la prestigiosa y laureada Unión Musical de Bigastro, y sin la estación en la que se desarrolla.

El verano es la estación festiva por antonomasia. Lo fue en la sociedad tradicional bigastrense porque en ella se concentraban las fiestas de cosecha; y lo es en la sociedad de la modernidad avanzada, cuando las vacaciones escolares y las laborales crean un tiempo especialmente dedicado al descanso y al ocio. En ella se han concentrado desde antiguo la mayoría de las fiestas patronales y fiestas mayores.

Uno de los rasgos más definitorios de los festejos veraniegos es su jovialidad. Los programas se han ido rellenando con actos que afirman la sociabilidad pública y callejera, la extroversión musical, pirotécnica y exhibicionista. La difusión de las fiestas patronales de San Joaquín constituye una de las expresiones festivas bigastrenses más relevantes. Todo ello es posible gracias al esfuerzo de numerosas personas que durante siglos han formado parte de asociaciones y comisiones, tanto festivas como culturales, que han trabajado a lo largo del año con el fin de organizar festejos y de recuperar los elementos distintivos que permitan afirmar la identidad local y redefinir el sentido de comunidad. Desde estas sencillas líneas, mi homenaje y recuerdo a todas ellas.

Bigastro y su antiguo cuerpo de la Guardia Civil

Desde antiguo el pueblo de Bigastro ideó modos de garantizar la seguridad de sus vecinos, la de sus calles y de la producción de su fértil huerta: cereales, frutas y hortalizas. Para ello, ya el Cabildo de la Catedral de Orihuela creó en 1702 el puesto de guardia o vigilante del pósito, que era el lugar donde quedaba almacenada y vigilada la producción de cereal del arcaico Lugar Nuevo de los Canónigos. Sin duda nos encontramos ante la primera referencia sobre aquellas personas que quedaron ligadas a mantener el orden y la seguridad de Bigastro, modos de cumplir la ley que prosperaron a la vez que lo hicieron las gentes del lugar.

El puesto de la Guardia Civil de Bigastro surgió a mediados del siglo XIX

Hoy día nuestros mayores recuerdan con añoranza a los guardias de antaño, más todavía sus nombres, apodos y anécdotas, que hicieron de aquellos hombres personas admiradas, respetadas y en ocasiones, esquivadas. Pero, ¿cuándo tuvo Bigastro un puesto de la Guardia Civil? ¿Y cómo se las ingeniaron para subsistir en un municipio pequeño en extensión, población y recursos? Sin duda no fue sencillo, ni para ellos ni para nadie de entonces, pero vayamos a los hechos, y para ello debemos mirar muy atrás. Retrocedamos las manillas de nuestro reloj ciento cuarenta años, exactamente hasta el gélido diciembre de 1877.

En aquel entonces la Guardia Civil de Bigastro la componían tres miembros: el cabo Jaime Lledó Fornés y los guardias segundos Francisco Brotons Navarro y Vicente Crespo Anesina, los cuales hacían frente a todo tipo de dificultades. Por ejemplo, tenemos constancia documental de que ese mes de diciembre socorrieron al vecino Manuel Albaladejo, que mientras circulaba con su carro tirado por bueyes, cayó a la acequia Alquibla sumergiéndose en sus aguas perdiendo una pequeña bolsita que contenía más de mil reales. La Guardia Civil de Bigastro, tras rescatar al vecino y devolver el carro a su camino, recuperó la preciada bolsita.

El cabo Jaime Lledó y los guardias segundos Francisco Brotons y Vicente Crespo formaron el cuerpo de la Guardia Civil de Bigastro

Sabemos también que no sólo se ocuparon de dar solución a los conflictos de Bigastro, sino que se desplazaron a Benejúzar durante la terrible riada de 1884 salvando a decenas de benejucenses de una muerte segura, o a la vecina Jacarilla cada vez que ocurría una desgracia mayor, como cuando en la noche del 22 de febrero de 1878 unos individuos entraron a robar a su parroquia llevándose consigo los incensarios, lámparas, aceites, y hasta un atuendo de monaguillo que por allí encontraron. Tras recibir el aviso, los guardias civiles bigastrenses se desplazaron hasta Jacarilla, pero cuando llegaron no había nada ni nadie, y es que entonces aunque las distancias eran las mismas que las de ahora, éstas se recorrían a pie o a caballo. Demasiado tarde y demasiada necesidad para una época compleja.

Según las fuentes, Bigastro contó con Guardia Civil hasta los primeros compases del siglo XX, cuando éstos comenzaron a hacer gestiones para realizar un cambio de lugar. Así, el miércoles 26 de febrero de 1890 anunciaron su intención de trasladarse a una nueva casa, y es que la sede del cuerpo era la casa de un vecino a la que pagaban un arriendo. Tras estas últimas noticias se pierde su pista y el cuerpo, sucediéndolo pocos años después nuestra Policía Local, cuerpo de seguridad con mucha historia, un extraordinario servicio a la sociedad y grandes profesionales, de cuyo curioso origen en Bigastro escribiré en otra ocasión.

Pascual Segura | Cronista Oficial de Bigastro